La ley de la vida es la ley de la convicción y la convicción puede hasta sumarse muy brevemente a un pensamiento de la mente. Tal como un hombre cree, siente y está convencido de ello, asà es la condición de su mente, cuerpo y circunstancias. Entonces, el budista, cristiano, mahometano, taoista o hebreo, todos y cada uno podrán obtener respuesta a su plegaria, no porque tengan un credo, religión, afiliación, ritual, ceremonia, fórmula, liturgia, encantamiento, sacrificio u ofrecimiento de efecto y causa, y la receptividad acerca de aquello por lo cual ruegan.